volvi :D! 1era historia: Sr. dueño de la calle.


Sr. Dueño de la calle.

David barreda, un muchacho ejemplar, deportista, aplicado, sano y bien parecido.
David arrugo el periódico y lo lanzo al tacho de basura, se recostó en su cama mirando al techo.
Estaba por quedarse dormido cuando tuturururuururu…
Sonó el celular de mierda.
Era Felipe, otra vez , para convencerlo de que se echen unos tragos, es el cumpleaños de Luis, mira que en unos días se nos va para argentina, así que hay que celebrar todos juntitos , apúrate huevón que estamos aca noma en la vereda del parque de mi jato, mira que tu viejo esta de viaje… ya pué ventee carajoo!.
David colgó otra vez, estaba confundido y harto.
Muy harto de todo, de su ropa de marca, de su casa con piscina en la mejor zona de challapampa, de su perro con pedigrí, de su hermano con maestría, de su padre gerente de la embajada, de su difunta madre, de su maldito colegio prescott, de sus amigos que compartían su detestable estilo de vida pero amaban arriesgarse pero sobretodo muy harto de no saber quien carazos era, ni que quería, ni si quiera lo que no quería.
El sonido del celular volvió a atravesar sus pensamientos.
–Ya chato no jodas… ya estoy yendo.
Volvió a colgar y se puso su chaqueta de cuero marrón, se echó un poquito de colonia y se puso las llaves en el bolsillo, no sin antes observarlas un minuto.
Le encantaba el llavero que su padre le obsequio al cumplir los quince años, era su tesoro, tenia de todo: brújula, reloj, encendedor (para sus primeros cigarritos) y una navaja de acero. Obviamente lo ultimo que era llavero un desperdicio como para colgarle un par de llaves, pero así lo usaba David, y lo llevaba consigo a todas partes.
– Elena…si llama mi papa, dile que salí un rato, a comprar unas cosas.
–Ya, anda con cuidado davidcito.
David cerró la puerta con una pequeña furia, y antes de dirigirse a lo de Felipe fue a la bodega a comprar unos cigarros mentolados.

La casa de Felipe quedaba a cinco cuadras mas o menos; ni siquiera costaba trabajo visitar a los amigos, todos vivían cerca y sin embargo, todos ya tenían su propio carro.
Por fin arribó David, ahí estaban todos sus patas chupando en plena calle y apenas eran las seis. Todos sucios y sudorosos mientras David se mantenía tan pulcro como siempre; no pudo evitar sentir algo de asco.
– llegaste tarde cachorro, ya nos volamos como cinco trikas.
– Igual… no pienso quedarme mucho rato.
– ¿Por qué huevón ? , No pues, Carlitos pásame una piedra.
– ¿Qué?
– Nos quedamos sin plata hace un rato y nadie quiere regresar a su jato, así es que estamos chupando esto.
– ajj.
– Toma nomás huevón , esta bien rico, no pasa nada, uff, hubieras visto a Luís.
– ¿Qué paso?
– Diluimos alcohol de botiquín con agua y le echamos Tampico y el muy huevetas se lo metió todito… jajajaja.
David se aparto un poco de su amigo y recibió el vaso de porquería, lo pensó un poco y decidió, como pocas veces en su vida, algo por el mismo.
¿Qué tiene de malo divertirse un poco? , ¡Ya tengo dieciséis caracho!, mientras mis amigos ya tiran, yo me la paso estudiando y jugando frontón, bah, mi papá no está y Luís se va a vivir a argentina, ya no lo vamos a ver mas al huevón, esto vale la pena celebrarlo, vale la pena disfrutar este momento hasta el final.
Sin darse cuenta, David ya iba como en el octavo vaso, Felipe y Erick lo detuvieron.
– suave cachorro, ya pué deja para los demás.
– Oye… ¿no dirán nada los vecinos?
– Como son vacaciones, esta semana no hay casi nadie por acá, solo los cuidantes.
– ¿y ellos?
– Que van a decir si ya les dimos un sencillito.
– Que bueno porque Luís se puso a vomitar tras ese árbol.
Todos rieron a carcajadas.
Pasó un rato y algunos, los que vivían mas cerca, se pararon y se fueron tambaleándose;
Otros llamaron un taxi, la cosa es que eran eso de las diez y media de la noche y solo quedaban: David, Felipe, Mauricio y Luís.
David sentía deseos de vomitar, pero le daba mas nausea la idea de parecerse a Luís aunque sea por un instante; entonces cerraba los ojos, recordaba alguna estupidez y comenzaba a reírse a carcajadas. Los demás se le quedaban mirando un rato y después reían también.
– oigan… ¡oigan!
Un señor de unos cincuenta años se acerco y comenzó a gritarles.
– muchachos inconscientes, esta no es hora para andar como ustedes, en ese estado en un lugar publico, váyanse a casa antes de que los arresten, o los roben y los lastimen.
Al principio Felipe se hizo el loco, pero luego con lo poco de raciocinio que le quedaba se sacudió y reacciono.
– tiene razón, ya nos vamos.
Felipe y Mauricio se levantaron y trataron de cargar a Luís, ya que no podía moverse porque estaba bien hecho mierda. Solo David se quedo ahí sentadito.
– ¿y tu hijo, no escuchaste?
David levanto la mirada y dejo al descubierto sus terribles ojos inundados de rojo así como unas pesadas ojeras.
– dígame… s-señor… ¿es usted dueño de la vereda?
– ¿Qué?
– Entonces… tampoco es usted…jaja… es u-usted… señor dueño de la calle.
– Muchacho…
– Ni dueño del parque…
– No le haga caso señor, esta borracho, jeje, ya nos vamos.
– ¡cállate Felipe! Siempre crees que lo sabes todo… n-no estoy borracho… no mierda, no nos vamos a ningún sitio…la calle es de todos… ¿Qué se cree este huevón? No nos puede botar…yo me quedo acá hasta que se me pasa la pinche gana.
David se paro y comenzó a dar un triste espectáculo tambaleándose y gritando incoherencias.
– miren, yo ya les dije, si su amigo no quiere entender es su problema. Con permiso.
David se paro en frente del señor impidiéndole el paso.
– oye… ¡yo te conozco! Eres el hijo de barreda, yo soy su amigo el Dr. Odria…
– No, no me conoces.
El Dr. Odria empujo a David y este rápidamente reacciono metiendo la mano a su bolsillo, sacando su ‘llavero’ y clavando la navaja en el pecho del doctor.
– ¡Ahh!
– ¡David!
El doctor se apretó la herida y cayo de rodillas. David contemplo como un poco de sangre brotaba a través de sus manos, se arrodillo y se sentó, soltó la navaja ensangrentada, se tapo el rostro y comenzó a llorar.
Felipe se hallaba pasmado.
– ¡¿Qué has hecho estupido marica?! ¡Mauricio llama a emergencias!
Pero Mauricio hace ya treinta segundos que se fue corriendo y Luís seguía como muerto en el piso.
Con los ojos cerrados y mientras lloraba David imagino el periódico arrugado en el fondo del tacho de basura, imagino el reportaje que le habían hecho por ganar el torneo nacional de frontón todo embarrado, todo cambiado y manchado de sangre, una pesadilla interminable estremecía y disparaba contra sus sentidos y le sacudía los nervios .

David Barreda, un muchacho ejemplar, deportista, aplicado, sano y bien parecido… quien imaginaria que llevaba un asesino dentro…

David cerró los ojos y deseo que todo terminara, o que por lo menos nada de eso haya sucedido.

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